El sueño de la ciudad inteligente existe desde muchos años, pero ahora se está volviendo realidad. Muchas ciudades ya están evolucionando sus modelos de fungir tan sólo como cáscaras que contienen personas y se están transformando en órganos casi vivos que nutren a las aspiraciones de sus ciudadanos para lograr una vida mejor.
La idea de la ciudad como plataforma nos acerca a explorar respuestas a ¿cómo se desarrolla óptimamente?, ¿cómo se popularizan servicios nuevos?, ¿cómo se vuelve un órgano eficiente para su desarrollo futuro? La ciudad inteligente puede prevenir incendios, disminuir la contaminación en lugares determinados, mejorar la salud en zonas específicas, rediseñar zonas viales de peligro, ajustar el uso de energía al medio ambiente, usar materiales inteligentes en su arquitectura y crear proyectos para incrementar el bienestar de sus ciudadanos.
En Singapur los sensores ubicuos y programas computacionales sofisticados luchan contra el tabaquismo y organizan el desecho de la basura; en Barcelona existen sensores bajo el asfalto que guían a los coches a los lugares de estacionamiento vacíos y se apagan las lámparas de la calle cuando no hay peatones; también ahorran agua al medir la cantidad de lluvia y humedad para irrigar los espacios públicos sólo cuando es necesario. En Oslo se ayuda a los niños a evitar zonas de tránsito peligrosas y se ayuda a los ancianos a vivir una vida más segura. La ciudad entera esta comunicada. En San Francisco hay movimientos culturales como el popular Maker Faire en el que compañías patrocinan la co-creación de proyectos para incrementar la inteligencia de la ciudad.
En esta platica voy a presentar estos y otros ejemplos para mostrar que el momento de la cuidad inteligentes ha llegado. Me enfocaré en tres temas.
El primero es la movilidad—crear un transporte público eficiente y rápido manteniendo la autonomía de los vehículos privados. El segundo es la energía—controlando el consumo de electricidad y gas, decreciendo no solo los gastos financieros, sino también la emisión de gases de efecto invernadero. El tercero es la salud—minimizando la contaminación y creando más espacios verdes y limpios. Para terminar, hablaré del elemento más importante que ata los tres temas y otros elementos del la cuidad inteligente: la comunicación digital. Rápida y efectiva, la comunicación digital conecta a los ciudadanos a la información que buscan y así les conecta al uno con el otro. Entonces, la ciudad se vuelve holística, colabora con otras ciudades, toma decisiones basadas en la economía local y esta íntimamente relacionado con sus ciudadanos—es una ciudad inteligente.
Ciencia, máquinas, internet de las cosas, datos no estructurados o conectividad son términos que Debbie Berebichez decodifica para las audiencias las negocios. Su conferencia combina una inspiradora narrativa de su camino para convertirse en la primer mexicana doctorada en física en la prestigiada Universidad de Stanford en los Estados Unidos, con una aproximación práctica a las tendencias que moldean nuestra interacción digital en la vida, en los negocios y en la sociedad y que inevitablemente modifican la forma en la que nos relacionamos con nuestros seres queridos, nuestros clientes y el mundo que nos rodea.