Conocido como el Leonardo Da Vinci del siglo XXI, el holandés Theo Jansen se ha dedicado en cuerpo y alma a crear una nueva forma de vida. Sus strandbeest (bestias de playa) parecen tan orgánicas y reales que de lejos se confunden con inmensos esqueletos de dinosaurios prehistóricos. Sus esculturas se mueven con la fuerza del viento y la arena de la playa, sin ningún tipo de motores ni ayuda tecnológica, y están realizadas a partir de materiales humildes: bridas, tubos de plástico, cinta adhesiva, botellas recicladas.
La ingeniería, la biomecánica y el arte se fusionan en la obra de Theo Jansen, que ha llevado el concepto de escultura cinética a su más alto nivel. Su obra ha sido y es una inspiración de ingenieros y creadores. Sus obras han viajado por todo el mundo y han sido objeto de exposiciones en Tokio, Nueva York, Madrid, Montreal, Taiwan, Amsterdam y La Haya, por citar algunas recientes.
Su fama ha dado la vuelta al mundo. El empujón definitivo y con el que logró un amplio reconocimiento popular fue gracias al anuncio que rodó con la compañía automovilística BMW.
En sus conferencias explica el origen de estas criaturas, su técnica y su evolución, que concibe como un proceso de mejora y adaptación al medio en el que viven, las playas cercanas a La Haya (Holanda). Ha impartido charlas multitudinarias en todo el mundo y es un ponente motivador, que estimula la creatividad de los asistentes, transmite su entusiasmo por su proyecto artístico (y vital) y muestra como el sueño de un individuo puede ser inspiración de miles de personas.
Entre otros galardones, Theo Jansen ha recibido el Premio Especial del Jurado en Ars Electronica 2005.
Es colaborador habitual del periódico holandés Volkskrant y ha publicado varios libros y DVD: The Great Pretender (libro con DVD), The Dream Machines (libro fotográfico) y Works of Art (DVD). Su último documental, A boy’s dream, ha sido presentado en la competición de documentales holandeses IDFA.
-Robótica, aeronáutica y visión artística
Tras abandonar sus estudios de Física en la Universidad de Delft (Holanda), Theo Jansen comenzó a trabajar como pintor a mediados de los 70. Después se comenzó a interesar por áreas como la robótica o la aeronáutica desde una visión artística. Construyó entonces un OVNI, una aeronave con forma de platillo volante que levantó un gran revuelo en Delft; y la máquina de pintar, un robot que hacía grafitis sobre una pared. Así dio Jansen sus primeros pasos en el terreno de la innovación y con los que demostró su sobrada habilidad para aplicar los conocimientos de ingeniería a diferentes proyectos artísticos, logrando una fusión asombrosa entre arte y técnica.
A comienzos de los años 80, Jansen comenzó a crear programas de simulación algorítmica de vida artificial. En esa época empieza a trabajar en la idea de las strandbeest, que surgen de su interés por diseñar organismos vivos y autónomos. Hacia 1990 el proyecto ha tomado forma y comienza a construir las esculturas cinéticas, que llegan a superar los diez metros de altura.
-La evolución de la especie
Las esculturas cinéticas de Jansen no son piezas independientes, sino fruto de una visión que combina el arte, la técnica y la filosofía. Crea dos al año y las prueba en las playas de su ciudad. En otoño las piezas se retiran (mueren) y Theo Jansen aplica lo aprendido a sus siguientes mecanismos. Se trata de una evolución de corte darwiniano en la que cada generación de criaturas tiene mayores habilidades y funciona mejor. Él mismo establece eras o periodos para sus bestias, con líneas evolutivas malogradas y otras exitosas. Su gran sueño es que sus creaciones sean capaces de sobrevivir y pensar por sí mismas, sin ningún tipo de intervención humana.
Su fin último como artista es que las strandbeest sigan reproduciéndose más allá de su vida y que conquisten todo tipo de territorios. Para ello ha hecho pública la fórmula matemática que permite construir las figuras, es decir, el ADN de las bestias: un algoritmo de 13 números que permite que las creaciones anden correctamente. Miles de estudiantes de ingeniería y aficionados a su obra han replicado y modificado el código genético de las strandbest para adaptar estas criaturas a nuevos entornos y materiales. Se trata de un movimiento mundial que para Theo Jansen forma parte del ciclo reproductivo de la especie.